西班牙语阅读:金陵十三钗(9)
故事简介:1937年南京沦陷,只有一座天主教堂暂时未被占领,教会学校女学生、秦淮河畔风尘女子、军人和伤兵,还有一个美国人约翰,都先后进了教堂,在 这个相对封闭的空间里,他们共同面对一场生死浩 劫,产生了各种各样奇妙的感情。然而,教堂也不是永远的净土,暂时的宁静很快被打破——日军冲进教堂并且发现了女学生,殊死抵抗的军人在千钧一发之际开枪 救女学生,英勇牺牲。后来,日军 又强征女学生去庆功会为日军表演节目,谁都知道,这将是一条凶多吉少的不归路。女学生们不甘被日军凌辱,准备集体自杀,却被以玉墨为首的妓女们救下。最 后,这13个平日里被视为下贱的风尘 女子,在侵略者丧失人性的屠刀前,激发了侠义血性,她们身披唱诗袍,怀揣剪刀,代替教堂里的女学生,去赴一场悲壮的死亡之约……
Las rodillas de la mujer parecían haber echado raíces, sin embargo sus hombros y su cintura no dejaban de expresarse.
—Nuestra vida no vale nada —dijo—, no merece que nos salve. Sólo pedimos tener una buena muerte. Hasta la vida de un ser despreciable, como la de un cerdo, merece una muerte limpia, sin suplicio.
No se puede negar que aquella espalda mantenía su dignidad y su elegancia. Mientras hablaba, el pelo, que llevaba recogido en un moño a la altura de la nuca, se desprendió y se derramó sobre uno de sus hombros. Era un pelo muy bonito.
El padre Engelmann le explicó secamente que los padres de varias de las niñas que tenía a su cargo eran personas de muy buena posición que llevaban muchos años siendo miembros de su congregación y haciendo donaciones a la iglesia. Unos días antes, habían enviado telegramas pidiéndole que protegiera a sus hijas de cualquier tipo de peligro. En respuesta, él les había jurado a cada uno de ellos que las protegería con su propia vida.
Fabio perdió la paciencia. Dirigiéndose en inglés al padre Engelmann le dijo:
—Está perdiendo el tiempo tratando de razonar con ellas. Sólo entienden un idioma... George, ¿te he pedido que interpretes el papel del Rey Mono[2]? ¡Dales de verdad con el palo!
Ah Gu ya había desistido de agarrar y llevarse de allí a Shujuan. En su lugar, se lanzó al ataque y atrapó el palo con el que George Chen llevaba a cabo su pantomima. De repente una de las mujeres se tiró con todo su peso desde lo alto sobre él y poco faltó para que el cuello del hombre quedara incrustado en su propio pecho. La mujer, viendo a Ah Gu caído en el suelo, tropezó sobre él dejando que su ajado abrigo de piel de marta se abriera y vislumbrara su cuerpo desnudo. El pobre de Ah Gu, que en toda su vida sólo había visto a una mujer desnuda —y no había sido otra que la suya—, dejó escapar un grito entre asustado y sorprendido pensando que tenía sobre él un hermoso cadáver. Aprovechando estos instantes de confusión, las mujeres encaramadas al muro fueron saltando al patio una a una como las ranas que anuncian la lluvia.